Una pequeña ciudad en el noroeste de Siria puede verse en imágenes de satélite para demostrar el alcance de la destrucción del terremoto.
Una situación catastrófica con "escenas aterradoras" y "destrucción por todas partes" fue descrita por el líder de la organización Cascos Blancos, que se ha encargado de la operación de rescate en la zona controlada por la oposición.
El seísmo de magnitud 7,8 que sacudió el 6 de febrero el cercano sur de Turquía destruyó por completo 200 edificios.
Aunque se han descubierto otros 813 supervivientes heridos con vida, según los Cascos Blancos, 517 cadáveres han sido sacados de entre los escombros del lugar.
Las muertes suponen casi una cuarta parte de todas las registradas en la zona, donde el 90% de los 4,6 millones de personas que viven allí necesitaban ayuda humanitaria incluso antes de la catástrofe.
Los Cascos Blancos y los habitantes de Jindayris también han realizado allí una serie de rescates increíbles.
En un dramático vídeo grabado horas después del terremoto, se veía a un hombre cargando a una recién nacida que había sido descubierta bajo los escombros de la casa de su familia y que seguía unida a su madre muerta por el cordón umbilical. Su padre, sus cuatro hermanos y su tía también perecieron.
Las imágenes de Jindayris publicadas por los Cascos Blancos hace una semana mostraban que esos rescates eran el resultado de cientos de personas buscando entre los escombros, a menudo sólo con sus propias manos.
La ONU y la comunidad internacional, sin embargo, han sido acusadas por los Cascos Blancos de no proporcionar la maquinaria pesada y otros equipos especializados que han solicitado, lo que ha dificultado sus operaciones.
Raed al-Salah, el líder del grupo, también hizo una advertencia el martes, diciendo que la búsqueda de supervivientes en el noroeste estaba a punto de llegar a su fin.
Dijo a la agencia de noticias Reuters: "Los indicios que tenemos son que no hay [supervivientes], pero estamos intentando hacer nuestras comprobaciones finales y en todos los sitios.
En las zonas bajo control gubernamental, donde el Ministerio de Sanidad ha informado de 1.414 muertes, la situación es comparable.
Según la ONU, 7.400 edificios en Siria han quedado total o parcialmente destruidos, afectando a un total de 8,8 millones de personas.
Las necesidades humanitarias estaban en su punto más alto desde que comenzó la guerra civil en el país hace casi 12 años cuando se produjo el terremoto. Además, se produjo en medio de un brote de cólera y en el mes más frío del año.